dissabte, 11 de maig del 2013

Fugarse de la cárcel, cada día más fácil

Infraestructuras obsoletas, sobresaturación y recortes de personal hacen que todo lo que deban esperar los presos sea la oportunidad adecuada

Imagen de la garita de la prisión de Tarragona
por la que se fugaron los presos
No les hizo falta orquestar una trama compleja, cavar un túnel subterráneo ni compincharse con media prisión. El evasor del siglo XXI lo tiene bastante más fácil que Steve McQueen en «La Gran Evasión». Solo debe esperar el momento y aprovechar la oportunidad. Así lo hizo el interno de origen pakistaní que se fugó de la Modelo de Barcelona. Un gran parecido con su hermano le sirvió para intercambiar papeles. La saturación del centro penitenciario hizo el resto. Para cuando los Mossos se dieron cuenta él ya estaba lejos.

Los dos hombres que se marcharon de la cárcel de Tarragona aprovecharon el caos generalizado tras el suicidio de Ángel Ventura Jiménez para descolgarse sigilosamente con una sábana más allá de la valla.

Tres fugas en solo una semana que ponen en duda la capacidad de las prisiones catalanas para mantener a los presos tras los barrotes. ¿Qué está pasando?

Masificación y recortes

El alcalde de Tarragona, Josep Fèlix Ballesteros (PSC), advertía ayer de que Tarragona no cuenta con las infraestructuras que requiere una «prisión moderna». Pero sí las tienen.

Mas d’Enric, la prisión construída en el Catllar está lista para estrenar y sustituir a la actual desde 2011. Pero según la Generailtat no puede inaugurarse ya que carece de los servicios básicos (como una depuradora). La realidad es otra.

El responsable de prisiones de UGT Cataluña, Xavier Martínez, explica que la Generalitat «paga 2 millones de euros al mes en derechos de superficie» a la empresa propietaria de este centro. El problema es que «le compensa dejarlo cerrado porque le costaría más dinero mantenerlo abierto», explica Martínez.

Es más, en estos momentos «no existe ninguna dotación presupuestaria para paliar las grandes deficiencias de los centros de más antigüedad», añade Martínez.

La oleada de recortes llevada a cabo por la Generalitat en los últimos años no excluye a los centros penitenciarios y las consecuencias comienzan a notarse. «Las condiciones de los centros penitenciarios no se mantienen y además empeoran», explica Martínez.

La Modelo inaugurada en el año 1904 acoge a 1.700 reclusos. Los presos tienen derecho a recibir la visita de un máximo de cuatro familiares que deberán identificarse previamente antes de meterse en la prisión. Luego serán dirigidos a una sala privada en la que podrán verse con el preso sin la presencia de funcionarios de prisiones.

Para acceder a esta sala el interno debe estampar su huella en una hoja y volverá a hacerlo a la salida para que el funcionario compruebe que las dos huellas coinciden y que se trata de la misma persona.

Pero la cantidad de visitas de familiares que se reciben a diario (en la Modelo unas 2.000 mensuales), junto al hecho de que el registro de la huella se hace con tinta al no estar digitalizado, dificulta el control, según ha criticado en declaraciones del portavoz del sindicato Csi-f, Juan Luis Escudero.

Darse a la fuga, más fácil

La «sobremasificación» de la Modelo a la que se refirió ayer el alcalde de Tarragona no es un caso aislado. «No se cubren jubilaciones ni vacantes en todas las cárceles de Cataluña», explica el representante de UGT. En estas condiciones la fuga de un recluso ha pasado de ser un hecho anecdótico que «se producía en contadas ocasiones» a algo «casi habitual», a juicio de Martínez. Desde que comenzó el año se han fugado seis personas de prisiones catalanas, tres solo en la última semana.

En el caso de la evasión de Tarragona el director general de Servicios Penitenciarios, Xavier Martorell atribuyó el «error» a un funcionario con 20 años de servicio y al que se le ha abierto un expediente y sancionado con 6 meses de empleo y sueldo, según fuentes sindicales.

Lo que no dijo es que en el momento de los hechos, había en la prisión de Tarragona 15 funcionarios para 415 reclusos. «La administración penitenciaria culpa al trabajador penitenciario en lugar de hacer autocritica», juzga el representante de UGT.

«Intentos de fuga han ocurrido desde siempre», explica Martínez, el problema es que ahora, por la escasez de recursos humanos todo lo que deben hacer los reclusos es «esperar la oportunidad».

Font: abc.es