TEXTO DE CARLOS SANTOS:
Me sumo siempre a los merecidos aplausos a los trabajadores sanitarios. Suscribo el reconocimiento público a policía, guardia civil, tenderos de comestibles, bomberos, y a todos aquellos que no se pueden quedar en casa porque su labor es imprescindible y sacrificada.
Pero hoy quiero hacer un reconocimiento público al cuerpo al que tuve el honor de pertenecer hasta que un infarto en acto de servicio me retiró definitivamente del mundo laboral: el de trabajadores penitenciarios.
Parece un cuerpo invisible, al que solo el morbo y la demagogia da a veces una visibilidad distorsionada.
Los trabajadores penitenciarios tampoco se quedan en casa, van a las prisiones en las peores condiciones, plantillas muy cortas, hacinamiento, falta de medidas mínimas..., y en estas circunstancias se siguen jugando la vida.
Es imposible mantener distancias en la prisión. La tensión que genera el virus en la población reclusa sigue creciendo. La falta de material es escandalosa.
Miles de comunicaciones siguen dándose en las prisiones. No puedes ver a tus mayores en la residencia, ni hacer el velatorio de tu difunto, ni puede haber clases. Pero miles de familiares comunican con sus familiares presos. Y eso es una irresponsabilidad social, para con los familiares, los internos, los trabajadores penitenciarios y para con sus familias. Solo el miedo a los altercados hace que los cargos políticos actúen de esa irresponsable forma.
- ¿Qué se puede esperar de esos cargos partidistas, de esos mandos que reprenden a una médico por llevar la mascarilla en el interior de la prisión, porque eso puede generar alarma social en la población reclusa?
- ¿Qué de aquellos que permiten el flujo de las comunicaciones y la propagación vírica?
Me consta que, amén del riesgo inherente al trabajo en una cárcel, éste se amplifica exponencialmente en estas circunstancias. Y además se incrementa la tensión en el trabajo. Y crecen las posibilidades de enfermar y enfermar a otros.
Pero en Prisiones siempre ha sido así éramos objetivo del GRAPO, y además lidiábamos con ellos. El SIDA hizo estragos en las prisiones, y nosotros siempre en situación de riesgo, sin medios, sin información, y tocando sangre. Fuimos objetivo de ETA, y además vivíamos la tensión con ellos dentro de las prisiones, y en las puertas, con sus familias. Y siempre sin el mínimo reconocimiento social.
Hoy quiero hacer un reconocimiento público al cuerpo al que fue un honor pertenecer. Abandonados de la partidocracia, olvidados de la sociedad, escarnecidos por el sensacionalismo y en las peores circunstancias laborales ha sido y es, un cuerpo heróico, que más allá del cumplimiento de sus deberes se juega diariamente la vida, salva la vida, con riesgo de la propia, de la población que tiene encomendada y que en medio del abandono y el olvido social, aprieta los dientes y, en vez de quedarse en casa, va a la cárcel, preocupado por su integridad, por su trabajo y por su familia, pero va.
¡Salimos de muchas, saldremos de ésta!
Mi reconocimiento y mi mayor aplauso va para todos vosotros,
¡compañer@s del alma, compañer@s!
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